Problemática de las supervivientes

Delimitación del concepto

¿Cuándo puedo considerarme curada?

Es difícil responder a esta pregunta, porque depende de lo que se entienda por curación. Existe la idea de que a los cinco años sin reaparición de la enfermedad una ya puede sentirse curada pero esto es un tema médico o de investigación más que personal y real. Hay toda una serie de secuelas físicas, sociales, psíquicas y espirituales que hacen que muchas veces el después del CM sea distinto y algunas de esas secuelas hacen difícil que la mujer pueda sentirse curada.

Pero si ya he acabado el tratamiento, ¿porqué no me siento ya capaz de llevar una vida normal?

Hay un periodo de transición en el que la mujer aún se siente invadida por el miedo y la debilidad y le cuesta sentirse “curada”. Siente ansiedad e incertidumbre. Muchas mujeres se preguntan “quién soy ahora”, y se incorporan a su vida después del tratamiento con muchas dudas e inseguridades e incluso con preguntas a nivel existencial como una búsqueda de su nueva identidad. No es fácil la transición ni seguramente hay un proceso determinado y limitado en un periodo de tiempo estricto, sino que cada mujer y cada familia deben ir encontrando sus nuevas posiciones. Es uno de los momentos en los que las mujeres pueden necesitar un soporte. Y es también la demostración de que la curación del CM no consiste solo en acabar el tratamiento médico.

Pero he oído hablar del superviviente de cáncer; ¿a qué se refiere entonces este concepto?

Esta denominación está acuñada en Estados Unidos para poner un nombre a la cifra cada vez más creciente de personas que han sobrevivido a un cáncer. No obstante los estudios arrojan datos cada vez más concluyentes de las repercusiones de esta enfermedad y de su tratamiento en la vida de la mujer, lo que hace difícil que se sienta curada. La palabra superviviente disgusta a algunas personas porque se acuñó como paralelismo a los supervivientes de catástrofes naturales, guerras o similares en un intento pomposo de hacer equivalente la superación de un trauma u otro. Pero muchas mujeres que han superado un cáncer de mama dicen precisamente que eso es inexacto pues las secuelas del cáncer siguen ahí, y la amenaza de repetición también, mientras que la catástrofe natural o guerra cuando ha acabado ya ha finalizado el peligro.

¿Cuál podría ser la palabra que denominara a las supervivientes de cáncer y que no fuera tan incómoda para ellas?

Pues se hallan varias alternativas. Paciente no gusta demasiado porque significa pasividad y estar eternamente enferma. Víctima es frecuentemente usado pero da connotaciones de perdedora y de vencida y eso transmite derrota y tristeza a las personas que intentan superar las vivencias negativas o que intentan llevar una vida lo más normalizada posible después de la enfermedad. Seguramente lo mejor sería hablar de personas que han padecido CM, puesto que así no integramos a esa mujer como solamente una persona que ha sufrido cáncer o cancerosa, sino como un ser global con muchas áreas de su vida (pareja, trabajo, familia, aficiones….) y que además ha padecido cáncer, como una maleta más o menos pesada que sobrellevar, no como una prisión donde sentirse enjaulada. Cuanto más intente valorar y disfrutar de otras áreas de su vida más fácil le será sobrellevar el miedo por la enfermedad.

 

¿Qué problemas físicos pueden afectarme en mi vida después del cáncer de mama?

Hay varios problemas físicos en su origen, pero con consecuencias psicológicas. De alguna manera afectan a la estética y, por lo tanto, a la autoimagen, que es muy importante para configurar la autoestima personal y femenina en particular, a la funcionalidad y autonomía de la mujer. Hay varios siendo los más frecuentes el linfedema, la obesidad, fatiga, sexualidad…..

 

¿Qué efectos de tipo psicológico tiene el linfedema?

El linfedema se explica más ampliamente en el capítulo XVIII. Solo constatar que los estudios demuestran que comparando mujeres con CM y linfedema con mujeres sin este efecto de la cirugía, las primeras ya, solo por esa diferencia, obtienen un 17 % más de puntuación en los niveles de ansiedad y depresión y un 24 % de percepción de peor calidad de vida. También aportan cifras más elevadas sobre una peor concepción de su estado general de salud. Ello se debe sin duda al dolor, molestia y a diversos impedimentos que tiene la hinchazón en el brazo que en algunos casos incluso haga olvidar su origen (el CM) para pasar a vivir como “afectada por linfedema”. El linfedema puede significar   (pongamos por caso una peluquera) una pérdida incluso de autonomía (algunas mujeres no pueden conducir o cambiar el canal de la tele, llevar pesos o hacer determinadas tareas), así como dificultades en la sexualidad y algunas actividades de ocio, aparte de la gran incomodidad en la elección de vestuario, siempre motivada por intentar ocultar el brazo. No es de extrañar que las mujeres con linfedema hablen de una segunda enfermedad, o incluso de ser dos: ellas y su linfedema, pues todo lo que hacen en su vida está determinado por el mismo.

¿Cómo es posible que uno de los efectos físicos sea la obesidad, después de padecer náuseas y vómitos y trastornos digestivos varios?

Como ya hemos explicado en el capítulo XII, el tratamiento con quimioterapia puede ocasionar sobrepeso, a veces hasta llegar a niveles compatibles con la obesidad mórbida. Se dan cifras (contando de forma global los diferentes porcentajes de incremento de peso) de un 62 % de mujeres. La obesidad contribuye a deteriorar la autoestima de la mujer, ya bastante estropeada por todo el proceso y una vez finalizado el tratamiento quedarán quilos de más que pueden provocar desánimo y depresión por una auto imagen alterada.

¿Es posible que me sienta muy cansada aun cuando ya hace meses que he finalizado el tratamiento?

Aquí nos interesa señalar que la fatiga consecuente al tratamiento, puede emitir síntomas que se solapen con los propios de la depresión. Cansancio, apatía, poca movilidad y participación en actividades son algunos de estos síntomas. Además, la mujer puede acabar entrando en un estado depresivo por la falta de energía al querer hacer según qué cosas. Es normal que verse limitada induzca a la tristeza y abandono personal

Siento que pierdo memoria y concentración, ¿tiene algo que ver con mi enfermedad?

En el capítulo XII hemos comentado el llamado cerebro químico, también conocido como niebla quimioterápica.

¿Puede hacerse algo para prevenir o arreglar esto?

En primer lugar si le afecta mucho, procure que un profesional especializado (psicooncólogo o neuropsicólogo) le haga una evaluación completa y rigurosa. Los estudios demuestran que a veces estas alteraciones podrían deberse también a trastornos emocionales paralelos. Nos referimos a que tanto la ansiedad como la depresión son problemas que pueden hacer más lenta la capacidad de procesar de la mujer. Ello no quiere decir que no haya una base orgánica, pues los efectos neurocognitivos de la quimioterapia son algo demostrado. Pero una depresión podría hacer percibir el problema de memoria como más grave o deteriorante de lo que es, pues la mujer tiene una autoevaluación negativa y muy deteriorada y un alto nivel de ansiedad ya de por si hace que las personas sean olvidadizas pues su cerebro “más emocional” está más presente y debilita a la parte más racional haciendo que la mujer se estrese y se sienta al borde del caos desde el punto de vista organizativo. Niveles moderados o altos de ansiedad y/o depresión ya pueden implicar problemas de este tipo y por lo tanto conviene diferenciarlo. Además los estudios muestran que no siempre las mujeres que más se quejan de este tipo de problemas son las que luego reflejan en las pruebas objetivas un deterioro cognitivo real.

En segundo logar, en el capítulo XII ya hemos comentado las posibles medidas para su prevención.

Y, ¿sobre la sexualidad?

Los trabajos muestran que hay un primer año donde es bastante posible un empeoramiento de la función sexual de la mujer y de su satisfacción, asimismo como una reducción en la frecuencia del contacto íntimo, incluso pudiendo desaparecer totalmente. La mujer se siente mal físicamente, psicológicamente y su autoimagen femenina puede verse muy dañada. Los primeros estudios sobre las secuelas del cáncer de mama en la fase de supervivencia muestran como un porcentaje de mujeres se mantienen por años en esta anulación de su sexualidad. Por ello, es recomendable no dejar pasar por alto la situación. Es importante hablarlo con la pareja y si es necesario buscar ayuda profesional. Ésta puede orientarse al problema sexual pero también a las dificultades de comunicación al respecto. No es aconsejable dejar a un lado el tema de la sexualidad, y es necesario ponerlo sobre la mesa y ser sinceros. Como se ha dicho antes, puede ser que usted está bajo tratamiento hormonal y eso produzca sequedad vaginal y por lo tanto dispareunia (dolor en el coito) y hay que tenerlo en cuenta. De esta manera, aunque usted ya no esté bajo quimioterapia y/o radioterapia, o sea bajo un tratamiento hospitalario, sigue recibiendo tratamiento y por lo tanto es dudoso considerar que está  libre de sus efectos. Los estudios de supervivientes se centran en el medio y el largo plazo, pero señalan que en el primero hay mujeres que aún están bajo terapéuticas y por lo tanto su sexualidad y otros aspectos aun pueden resentirse. Hay alternativas que pueden ayudarla, pero sobretodo es crucial que exponga claramente su punto de vista a su pareja. Es el primer paso para no entrar en un círculo de aislamiento y susceptibilidades heridas por no hablar claramente. No hay nada más dañino que dejar pasar el tiempo presuponiendo lo que el otro piensa o siente y a su vez basarse en ello para aún alejarse más. No es algo necesariamente inevitable que la sexualidad desaparezca o empeore con el cáncer de mama, pero si puede verse alterada, así que cuanto antes lo planteen uno al otro más fácilmente podrán poner solución o al menos sabrán como se siente cada uno.

En el marco de una pareja estable, la sexualidad puede ser algo muy amplio y no limitado, por lo que tomarse el estado actual con calma y viendo como mejorar o cambiar puede ser la antesala de una mejoría real y positiva para todos.

Me planteo una reconstrucción de la mama, ¿puede ayudarme a sentirme del todo recuperada?

Aparte de lo que ya hemos dicho acerca de la reconstrucción mamaria en el capítulo X, incidamos más aquí en los aspectos psicológicos. La reconstrucción  puede mejorar su autoimagen y es una ayuda de tipo funcional, pues podrá usted dejar las prótesis tan incómodas, sobretodo en determinadas situaciones y que, además, le recuerdan cada día que no tiene usted mama. Pero la cirugía estética cumple esta función, no más. No debe poner todas sus esperanzas de curación psicológica en ello. Muchas mujeres se sienten mal y colocan todas sus esperanzas de mejorar en la reconstrucción, y esta no deja de ser un artefacto físico, que está muy indicado pero no como terapia psicológica, aunque es evidente que ayuda a sentirse recuperada. Es importante conseguir unas expectativas realistas. Hay miedos o temores que no desaparecen con la reconstrucción.

Por otra parte no olvide que la reconstrucción es una intervención quirúrgica y en cierta manera es volver a una institución hospitalaria que pueda recordarle lo vivido cuando le diagnosticaron el CM. Muchas mujeres dicen que nunca más pasarán por un quirófano y menos si no es necesario, mientras que otras desde el primer momento han decidido ya que, en cuanto puedan, van a someterse a esta intervención. No hay recomendaciones en este sentido, pues los estudios demuestran que la decisión debe surgir de la propia mujer y de nadie más. Intente no sentirse presionada por nadie, ni siquiera por su pareja, al elegir hacer esta intervención, pues la motivación debe salir de usted misma o el riesgo de complicaciones y decepciones es más elevado.

Efectos psíquicos

 

Ha pasado ya mucho tiempo y aún siento ciertos rasgos de depresión y/o ansiedad, ¿es normal?

Sí, hay estudios que señalan la presencia de síntomas compatibles con ansiedad y/o depresión incluso cinco o más años después de finalizado el tratamiento. El CM ha dejado una huella importante en sus vidas y no acaban de conseguir un estado de ánimo como el previo a la enfermedad. Incluso un 15 a un 20 % de mujeres pueden recibir el diagnóstico de estrés post-traumático, desde el punto de vista psicológico similar a lo que padecen personas que han vivido un accidente, catástrofe o hecho traumático. Consiste en no poder dejar de pensar en ello y revivir mentalmente los momentos más estresantes de la situación traumática.

Mucha gente me habla del sentimiento de pérdida, ¿qué es?

Pues de forma popular se habla de la pérdida como una especie de reacción psicológica de duelo ante la pérdida de la mama. Pero ello no es del todo correcto. La pérdida es cuando la mujer piensa en cómo sería su vida si no hubiera tenido CM, analizando una especie de “foto rota” de lo que ella preveía a nivel familiar, social, laboral….si todo hubiera sido según lo previsto y cómo la vida la ha llevado por otros caminos, y a conocer otra gente, perder a alguna, cambiar o dejar el trabajo…..

Efectos sociales

¿Qué problemas puedo encontrarme a nivel social?

Hay dos aspectos sociales a comentar como áreas en que una vez pasada la fase de tratamiento puede verse mermada en su deseo de convertirse de nuevo en una persona “normal”. Una de ellas se refiere a la relación social y la otra a la reacción que la sociedad tiene ante los enfermos con cáncer, aun curados y que a veces suponen auténticas discriminaciones. Ello hará que sea difícil sentirse curada y a veces sentirá que no le dejan pasar página.

¿Qué hay sobre la relación social?

Muchas mujeres, cuando hablan de la experiencia del CM, explican que han sometido a revisión su concepto sobre el entorno social. Muchos estudios demuestran que una percepción de un buen apoyo social correlaciona con una mejor adaptación psicológica al cáncer. Ya se ha comentado antes que las mujeres sienten a veces que las personas de quienes esperaban más apoyo no han actuado conforme a esa expectativa. Otras veces sucede lo contrario: personas con quienes no contaban han sido sus más grandes apoyos. Antes de juzgar si las personas han dado el apoyo que usted necesitaba le recomendamos que se examine a sí misma. Muchas mujeres se vuelven en extremo sensibles a como los demás las tratan o incluso miran por el hecho de haber padecido un cáncer. Y en este sentido a veces se entra en un juego complejo, pues se interpretan miradas, comentarios, o incluso la ausencia de ellos, como una voluntad negativa de dar apoyo o ayudar. Pero a veces la propia expectativa de la mujer hace que se interpreten cosas como no son y entonces usted actúa en base a esas actitudes ajenas, cerrándose más aún o no mostrándose receptiva. Actitud que aún aleja más a los demás. Puede ser cierto que la miren o traten diferente porque como hemos explicado el cáncer sigue siendo una enfermedad tabú que pone barreras en las relaciones. Puede que no sepan como actuar o si es prudente preguntar o es mejor no hacerlo. Demasiadas veces hay malos entendidos. En este sentido puede ser positivo hablar y dejar claro de forma asertiva lo que una espera (no tengo ganas de hablar de esto, ya hablaremos más adelante, o explicar lo que siente….). Es un dato contrastado que en nuestro entorno hoy en día, la mayoría de mujeres valoran como positivo el apoyo percibido, aspecto que es diferente en algunos países donde la familia es algo más fragmentado o existen situaciones de lejanía o aislamiento por circunstancias personales o laborales.

¿Porqué hablan de percepción del apoyo social?

Porque no hay medidas de un buen o mal apoyo ni se refleja en la cantidad de personas que están a su alrededor. El apoyo social es algo muy subjetivo y usted y solo usted sabe si se siente apoyada. Hay personas que en apariencia tienen una amplísima red social pero a pesar de todo se sienten solas, o al contrario, personas con un número escaso de apoyos pero tan sólidos que ya son suficientes. El apoyo social adecuado es el que percibe la persona como positivo o bueno. Tampoco no siempre debemos asumir que este apoyo proviene de unas figuras familiares previamente establecidas. Para unas la madre o la hija, por ejemplo, puede ser un gran apoyo, mientras que para otras no lo sean.

Si tiene algún grupo o círculo de amistades, piense que la primera vez que vuelva a reunirse con ellos puede sentirse incómoda y notar un trato artificial. Esto es normal y no debe desanimarse por ello ni dejar que esta sensación la influya para determinar que la gente la va a tratar diferente a partir de ahora. Algunas mujeres sienten que las miran como si en realidad fueran a morirse o, si ha pasado suficiente tiempo, maravilladas de que estén vivas a pesar de haber tenido un CM. No sabemos si estas percepciones son ciertas o son debidas a determinadas susceptibilidades no aclaradas pero intente ser lo más natural posible. Más adelante, con las personas de más confianza, seguro que encontrará el momento de poder hablar con serenidad y exponer sus sentimientos sin enfado ni tristeza.

¿Y a nivel de discriminaciones?

Muestra del tabú que sigue rodeando al CM es la continuación de determinadas actitudes en los que se trata de forma diferente a las personas que lo han padecido. Son graves porque forman parte de la vida social normal. Contribuyen a dificultar la normalización de la paciente. Se localizan en el ámbito laboral (se aborda en el capítulo XVIII), en las mutuas privadas, en la adopción y en la dispensación o renovación del carné de conducir.

¿Qué discriminaciones hay, entonces?

Las mujeres con CM que quieren asegurarse en una mutua privada para cubrir sus servicios sanitarios, pueden experimentar rechazo por parte de la entidad. Se supone que el hecho de asegurarse pro primera vez hace que el antecedente de CM las convierte en “personas de riesgo” y esto hace que la mutua en cuestión no quiera hacerse cargo de esa persona, o solo en parte, eliminando todo lo relacionado con el cáncer (pruebas, visitas….). Aunque desde la óptica de la empresa de seguros como negocio pueda ser comprensible,  desde el punto de vista social es bastante lamentable. Y, además, contribuye a que las afectadas no puedan llegar a sentirse curadas. En efecto, muchas veces informaciones positivas de los médicos chocan  con diversas situaciones incoherentes con dichos mensajes. La actitud negativa de dichas aseguradoras se detecta hasta en el 24 % de mujeres que intentan este paso.

Y, ¿qué pasa con el carné de conducir?

Por otra parte, las mujeres que desean renovar su licencia para conducir automóviles se encuentran con un nuevo problema. En efecto, durante el trámite se les presenta un cuestionario. Si en el apartado “antecedentes” exponen que han padecido CM, u otro cáncer, en lugar de renovárselo por cinco o diez años (según los sectores de edad), se encontrarán con la sorpresa que solo se lo hacen  por 3 años. La ley General de Tráfico, aprobada en el Congreso de Diputados, dice en uno de sus apartados que toda persona que haya padecido una enfermedad de la que, aún curado en el momento de la  renovación del documento, pero que dicha enfermedad pueda repetir, debe acortársele el tiempo de disfrute del nuevo carné. FEFOC se dirigió al Ministerio del Interior y recibió la misma respuesta sin explicación alguna. También lo hizo con las 17 Jefaturas de Tráfico de las Autonomías y Ciudades Autónomas, con la misma respuesta. Hemos aducido que, en el caso del CM, y en la mayoría de cánceres, quizás con la excepción de los tumores cerebrales, no hay motivo alguno para suponer que un CM superado asuma algún problema para conducir automóviles. No tenemos aún respuesta. Forma parte del tabú del cáncer y  una nueva forma de prolongar el  sentimiento de inferioridad, de enfermedad y de discriminación en la mujer. Creemos que hay que examinar cualitativamente las enfermedades a las que se refiere esta ley, pues el CM, como enfermedad crónica no supone impedimento alguno para que la mujer, mientras se encuentre bien, pueda conducir ni que ello implique un riesgo para ella misma ni para los demás conductores, que es de lo que se trata. La mujer con CM en este sentido es discriminada también a nivel económico pues debe renovar con más frecuencia su licencia, y, aunque estas renovaciones son menos costosas, en conjunto, es un gasto mayor que en mujeres que no han padecido CM. No vamos a señalar otras dolencias aquí, pero si conocemos algunos casos de enfermedades o estados que no impiden para nada que el sujeto conduzca libremente cuando tiene mermada su capacidad de atención o concentración. Es triste señalar que algunas mujeres con CM deciden no comentar esta enfermedad en sus antecedentes cuando les realizan el cuestionario. Ello prolonga el tabú del cáncer pues lleva a la ocultación.

A raíz del tratamiento no puedo tener hijos, ¿podré adoptar?

Hoy en día, la incorporación al trabajo de la mujer, hace que la edad media de la primera maternidad se haya retrasado. Por ello tenemos un perfil de la mujer con CM diferente al que había antes. Tenemos a una mujer que trabaja y que cuando se la diagnostica muchas veces aún no había tenido hijos. Los tratamientos pueden impedir un embarazo o desaconsejarlo durante un tiempo demasiado largo como para que la mujer decida o pueda esperar. Esto es un nuevo ataque a su autoestima femenina, pues la maternidad puede ser algo importante en este sentido. Puede convertirse en un anhelo incluso más profundo que para mujeres que no han tenido un tumor en su mama. Por ello es muy duro tener que decir que la legislación en este sentido no está demasiado bien reglamentada ya que en algunos sitios impide o dificulta mucho el permiso de idoneidad imprescindible para que la mujer pueda adoptar. Se amparan en la enfermedad como antecedente de riesgo, sumando desazón en la mujer a quien realmente no dejan sentirse curada y añaden motivos para sentirse deprimida o frustrada.

FEFOC ha trabajado este tema pues ha recibido numerosas consultas en su página web de mujeres atónitas ante la noticia de que no eran “idóneas” (la palabra ya nos parece bastante frustrante) para adoptar. Desde mujeres que han recibido como explicación que en realidad querían un hijo para curarse psicológicamente de las consecuencias del CM, hasta que habiendo padecido una enfermedad potencialmente mortal (¿como va la mujer entonces a sentirse curada alguna vez?) no puede haber riesgo de dejar al niño/a adoptado con un solo padre y muchas más cosas que hemos tenido que oír o leer. La mujer con CM siente que su feminidad ha sido vulnerada y poder tener un hijo es una forma de paliar esto, además de ser un buen proyecto para intentar cerrar el círculo de la recuperación. En conversaciones con los responsables de la Generalitat de Catalunya, se nos adujo que el objetivo prioritario de la adopción es el bienestar del niño, no de la madre. Nosotros creemos que no es un obstáculo para el bienestar de ningún niño que lo acoja una madre deseosa de querer y cuidar de un niño. Se nos habló de salud óptima de la madre, entonces ¿porqué decimos a la muejr que está curada si luego la administración le dice que NO tiene la salud óptima para cuidar a un niño? Sobre el apoyo del niño, caso que realmente la madre empeorara en el futuro (cosa que puede pasar al padre y a otros familiares también), no solo estaría su padre, sino una estrecha red de familiares que aún existe en nuestros países mediterráneos. Planteamos casos en que madres que lo son de forma “natural” descuidan a sus hijos por diversas situaciones de salud mental, física o fragilidad socioeconómica. Es un sinsentido más que aún arrastramos por el tabú del cáncer, que aún hace sombra en pleno siglo XXI y que de nuevo lleva a ocultaciones y falsificaciones. Tenemos documentados casos de mujeres que han adoptado desde otras comunidades autónomas, ocultando su diagnóstico o bien que han procedido a la adopción por parte de sus parejas como padres solteros…es lamentable.

Efectos espirituales

He oído a gente que comenta que haber padecido cáncer de mama ha sido un beneficio personal para ellas, ¿como es eso?

Una vez superadas las etapas de diagnóstico y tratamiento, hay pacientes que expresan haber obtenido una vivencia positiva del CM. En concreto, algunas hablan de una sensación de autoestima elevada por el hecho de haber superado una experiencia tan traumática, y haber adquirido unos aprendizajes personales que consideran importantes y beneficiosos. Entre ellos el hecho de valorar la vida de otra manera, más enfocada a los pequeños detalles, a las personas cercanas y queridas y a vivir con más calma, menos estresadas y disfrutando los pequeños momentos. Otro aspecto muy comentado es que la vivencia del CM les ha supuesto un análisis y conocimiento de las personas que las han apoyado y las que no, aspecto que no siempre corresponde a lo que hubieran esperado. Con ello no quieren decir que sea bueno padecer CM, pero han conseguido una experiencia que les parece positiva. No todas lo viven así; se trata de un grupo de mujeres que carecen de niveles de ansiedad ni de depresión ante la enfermedad.

Como hemos señalado, otro tipo de beneficio para las enfermas y para sus familiares es a veces el ser capaces de cambiar algunos estilos de vida poco saludables o implantar algunos sanos (como dejar de fumar, comer más sano, hacer ejercicio  físico). No obstante a veces el buen propósito es transitorio; con el paso del tiempo la supuesta influencia del cáncer en sus vidas pierde fuelle y se abandonan dichos estilos. Estudios daneses comprueban como en intervalos de seis meses van decayendo los nuevos buenos hábitos en un porcentaje de las enfermas y de sus familiares.

¿Y a nivel espiritual?

A nivel espiritual hay personas que dan un significado al cáncer, como algo que ha aparecido en sus vidas por algún motivo y aprovechan esta especie de “aviso” para cambiar algunas formas de vida que no las acababan de satisfacer. En este sentido algunas mujeres pueden darle un sentido religioso, y otras de tipo espiritual, en la amplitud de este término. Pero si se ha visto que la experiencia del CM, como enfermedad amenazante para la vida de la mujer, da unas pautas para que ésta piense y se plantee aspectos y formas de vivir más en profundidad aprovechando los momentos buenos y valorando su vida de otra manera. Ello se relaciona con lo que se hablaba de los beneficios del cáncer. No obstante, si usted no lo siente así y su vivencia es negativa, no tiene porqué sentirse culpable. Cada persona da a sus vivencias el sentido que le es más familiar y cómodo. No tiene porqué tener esta visión “positiva”, aunque es bueno intentar salir de la experiencia como algo muy negativo e intentar no quedarse sumergida en el porqué a mi o yo no lo merecía. Cuando antes salga de todo esto, antes lo superará. La mayoría de mujeres que han pasado por un CM comentan como su vida cambia y ya nunca es lo mismo, que hay un antes y un después. El cómo es ese después es personal e intransferible. A raíz del cáncer la mujer puede sentir que pierde el control de su vida y tiene una cierta sensación de vulnerabilidad y fragilidad. Todo está en revisión. Un buen símil sería un puzzle  (Figura 41), cuyas piezas se han fragmentado y que usted tiene que recomponer. Cada pieza es un área importante de su vida y tiene que volver a colocarla de forma que cuaje con las otras, aunque el resultante quizás no sea exactamente igual al anterior.

 

¿Pero la religión ayuda?

Ya hemos dicho que cuando hablábamos de aspectos espirituales nos referíamos a un tema más bien existencial que religioso, pues es una forma mucho más amplia. Pero bien es cierto que hay personas creyentes y ello es un apoyo principal a la hora de buscar o atender la causa del cáncer y para hacer frente al proceso. Los ingleses hablan de “religious coping” (o afrontamiento religioso). Es más frecuente en mujeres de más edad y los estudios determinan que correlaciona de forma inversa con el nivel de depresión, o sea que, en cierta manera, es un amortiguador

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